Guerra del Pacífico desde Curicó

La guerra del Pacífico, también denominada guerra del Salitre, fue un conflicto armado acontecido entre 1879 y 1883 que enfrentó a Chile contra los aliados Bolivia y Perú. La guerra se desarrolló en el océano Pacífico, en el desierto de Atacama y en las serranías y valles peruanos 1. Este conflicto tuvo impacto en todo el país, lo que también afectó a Curicó.

Historia

Reunión en Plaza de Armas

El 5 de abril, Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú. El martes 8 de abril de 1879 se reune a la comunidad para comunicar la declaración de guerra, convocatoria realizada por la intendencia para las las 12:00 horas de ese día comenzando a reunirse desde las 11:30 en torno al centro.

El diario El Curicano da cuenta de esta actividad 2.. Asistieron al encuentro también alumnos con sus profesores, llevando banderas. El intendente asistió con los funcionarios municipales llegando a las 12:00. A la misma hora asistieron 50 guardias municipales encabezados por Primo Echeverría que estaba a cargo con su ayudante Dionisio Canales y los oficiales del batallón cívico Julio Silva y Ramón Fredes Ortiz. La asistencia llegaba a 300 personas y en calma a la espera de la alocución.

Tomó la palabra el notario David Alberto Azócar, quien sobre un banquillo leyó la declaración de guerra, antecedido por gritos de Viva Chile. Terminada la lectura, nuevamente hubo gritos de apoyo, mientras ya aumentaba a unas 500 personas atentas al acto.

Finalizada la lectura en las cuatro esquinas de la plaza tocó la banda la canción nacional que todos cantaron. El cura José Joaquín Diaz mandó a tocar las campanas. La multitud desde la plaza comenzó a recorrer el centro por Carmen hacia San Martín, donde el presbítero Antonio Poblete también tocó las campanas. Desde ahí tomaron rumbo hacia la Alameda, cantando el himno nacional alternado con el himno de Yungay. En la plazuela de la Merced y luego en la plaza del mercado se fue aumentando el ánimo hasta volver a la plaza donde hizo uso de la palabra el Intendente, siendo interrumpido varias veces por los gritos y aplausos.

“Señores,
La República de Chile que por espacio de años gozara de
una paz inalterable, ha sido sorprendida por alevosos ultrajes de sus vecinas del norte. Perú y Bolivia, en criminal consorcio, premeditan de tiempo atrás la ruina del país más floreciente de la América Española, de esta patria querida, que no ha cometido otra falta para con sus enemigos que granjearse, a costa de inmensos sacrificios, un nombre inmaculado entre las naciones todas del mundo entero.

Si señores, porque Chile ante la civilización quiere decir, probidad, progreso, industria. Estas enseñas que son nuestro orgullo y que todo chileno debe defender con su sangre y con la de sus hijos, son las que trata de arrancarnos el enemigo implacable que en el silencio del crimen jurara nuestro exterminio.

Pero se engaña, que O”Higgins, Freire, Carrera, Pinto, Las Heras, ilustres progenitores de este gran pueblo le legaron con sus virtudes el patriotismo y el valor bastante para vengar su honra y para perseguir en sus últimas guaridas al osado criminal que atentara contra ella.

¡Sombras benditas! Que ninguno de vuestros hijos se encuentre hoy desheredado de tan noble fortuna y que el clarín guerrero que suena de un extremo a otro de la República, sea la batería que levante nuestros pechos y nos conduzca a la defensa de este suelo de libertad y de civismo.

Si compatriotas y tened confianza, porque con la justicia está siempre la victoria y ¡Ay del enemigo aleve, que en mala hora vino a turbar la paz de un pueblo honrado y justiciero!.

Tened confianza ciudadanos, porque en nuestro valeroso ejército quedan algunos veteranos que no han olvidado aun el camino que, con el arma al brazo y el pecho lleno de entusiasmo, los condujo a la ciudad de los Reyes a Matucana y a Yungay”

Luego de este discurso subió Benjamín Vivanco a la misma tribuna, para dar unas palabras a la multitud, discurso que no pudo ser terminado a causa de su emoción.

“¡Curicanos! Muy grato ha de ser para todo corazón patriota el ver que este pueblo viril levanta al fin su cabeza y recobre entre sus demás hermanos de la república el puesto de abnegación y de sacrificios que le corresponde en la defensa de los fueros sagrados de la patria.

Dando de mano a toda cuestión pequeña que pueda dividirnos, no pensemos más, de hoy en adelante, que en sacudir la sombolencia, el  pesado sopor en que hemos estado sumergidos, mientras otros pueblos  ebrios de coraje y patriotismo corrían a ofrecer en aras de la patria sus tesoros y la sangre de sus hijos.

¡Curicanos! ¡Despertemos por fin, pero que nuestro despertar sea digno  de este pueblo, sea el despertar del león!

¡Ciudadanos! Sabéis muy bien a que duro trance nos ha conducido la perfidia solapada de dos naciones que ayer nomás se llamaban nuestras hermanas, para salvar nuestra honra de nación soberana y nuestro territorio amenazado por la violación de tratados solemnes, para salvaguardar los intereses de nuestros industriosos hermanos y ponerlos a cubierto de la rapacidad de un gobierno despótico y semi-bárbaro y, en fin, para respetar y castigar de una manera ejemplar y tremenda la alevosía con que se nos quería herir por la espalda y a mansalva mientras se nos tendía la mano aterciopelada de fomentida amistad y fraternidad, es lo que nuestro patriota y benemérito gobierno se ha visto en el imprescindible deber de declarar la guerra al Peru y Bolivia. Para tomar resolución tan suprema y de tan trascendentales consecuencias, nuestro gobierno no ha parado mientes ni por solo un instante en que nuestra situación rentística no era de las más desahogadas, ni tampoco en que el país estaba casi desarmado por una larga era de paz dedicada al comercio, a las artes y a todos los progresos de la civilización humana. No, nada de esto miró, solo vió que se quería anublar la faz augusta de la patria con el aliento impuro de miserables envidiosos y con la rapidez del rayo lanzó sobre ellos nuestras escasas pero valientes naves y legiones.

Loar pues y un voto de aplauso y agradecimiento a ese gobierno que tan celoso guardián es de nuestra honra y de nuestro buen derecho. En presencia de tan grave situación y ya que nuestro gobierno cumple tan bien y tan patrióticamente con sus deberes ¿Cuáles son pues los de los buenos hijos de Chile, los de todos los chilenos, porque todos debemos ser y seremos buenos en la hora suprema del peigro y de los grandes deberes?

Dura e inevitable condición de la guerra es que haya grandes, inmensos gastos que hacer y numerosas víctimas que caigan en los campos de batalla dejando en pos de si muchas viudad y huérfanos desamparados.
Nuestro deber es pues, ciudadanos, acudir con largueza a todos esos necesitados, porque jamás pagaremos bastante cara la honra y glorias de la patria, ni nunca tampoco seremos bastante generososo con los hijos de los que mueren defendiéndolos.

Acudamos pues, todos, presurosos a ofrecer en aras de la patria en peligro, unos, los más felices, porque serán los más gloriosos, el auxilio de sus brazos y de su sangre y los otros, su dinero para fundir el plomo y el acero que han de humillar a nuestros enemigos.”

Usaron también la palabra Alberto Serrano, Justo Segundo Labbé, Cornelio Soto, Roberto Márquez y el cura, siendo cada uno aplaudido.

Alberto Serrano leyó las conclusiones oidas entre aplausos y gritos, mientras el público llegaba a cerca de dos mil personas.

El pueblo de Curicó, reunido en gran meeting en la plaza pública, hoy día 8 de abril, acordó las siguientes conclusiones:

1º Dirigir al Supremo Gobierno un voto de aplauso por haber interpretado fielmente los sentimintos nacionales declarando la guerra a Bolivia y al Perú.

2º Manifestarle asimismo que el pueblo de Curicó se encuentra dispuesto a los sacrificios que la guerra le impone, ofreciéndole personas e intereses a fin de salvar la honra nacional ultrajada por aquellas naciones desleales.

3º Que el vecindario de esta ciudad vería con placer que el municipio  ofreciera al Supremo Gobierno los servicios en el Norte de la guardia de seguridad, reemplazándola con ciudadanos voluntarios de Curicó que se organizarían en el acto para prestar dicho servicio en la población.

4º Nombrar una Comisión de Subsidios de guerra, compuesta de las personas siguientes, quienes funcionarán presididos por el señor Intendente de la Provincia.

  • Señor juez letrado don José Santiago Vial Recabarren
  • Señor cura párroco don José Joaquín Díaz
  • Don José Miguel Infante
  • Don Filidor Rodríquez
  • Don Belisario Labbé
  • Don Joaquín Benítez
  • Don José Luis Rodríguez
  • Don Gregorio Mozó

Esta comisión se ocupará de colectar dinero y especies que se pondrán a disposición del Supremo Gobierno para ayudar al Ejército del Norte, esperando el pueblo de Curicó que los señores nombrados aceptaran con gusto este patriótico y honroso cometido.

5º Elevar estas conclusiones al conocimiento del Supremo Gobierno por
medio del señor intendente de la provincia.

Recursos para la guerra

La comunidad se avocó a reunir recursos para aporta a la guerra por medio de la Comisión de Subsidios ya que debían cubrirse gastos tanto para quienes se encontraban en terreno como para quienes se fueran integrando y requerían de uniformes, alimentación, entre otros.

Durante la primera sesión de la Comisión presidida por el intendente se acordó la realización de una Rifa Patriótica. Se encargaría a Santiago la confección de talonarios para lograr un total de 5000 cupones, validados posteriormente con dos timbres y folio único para dar confianza a la comunidad. Cada boleto costaría 20 centavos. Al cura párroco Joaquín Díaz se le encargó pedir a Juan de la Cruz Seguel la elaboración de tres carteles grandes para invitar a la comunidad a comprarlos. Dada la cercanía de Semana Santa, el mismo cura coordinaría con feligresas la venta de cupones de rifa en las puertas de los templos.

Se nombraron dos comisiones de señoras para reunir hilos y vendas para apoyar a los hospitales de guerra.

Batallón Curicó

El Batallón Cívico Movilizado Curicó fue creado en Curicó el 1 de diciembre de 1879. Sus primeros jefes fueron José Joaquín Cortés, quien era teniente coronel del ejército, y José Olano Arismendi, quien ejercía como sargento mayor, ambos oficiales pertenecían al Cuartel General y fueron destinados a Curicó con el fin de instruir y guiar al nuevo batallón.

Salió con destino a San Bernardo el 14 de abril de 1880 y la bendición del estandarte de guerra del batallón fue el día 21 de mayo de 1880. En el mes de octubre de 1880, se ordenó al Batallón marchar al norte al distrito de Calana (“Kaala hana”, que significa en Aymara, recinto con abrigo de piedras), al interior de Tacna.

El 15 de diciembre de 1880 salió de Arica junto a varios otros batallones y una gran parte del Ejército para comenzar la Campaña de Lima con el desembarco en la Caleta de Curayaco el 23 de diciembre.

El batallón contaba con 850 soldados y 38 oficiales y jefes.

  • Teniente coronel Joaquín Cortés, primer jefe
  • José Olano Arismendi, segundo jefe
  • Rubén Guevara Silva, sargento mayor
  • Capitanes: Anselmo Blanlot Holley, Marco A. Mujica, José María Barahona, David Polloni, Nicolás Mujica, César Muñoz Font, Daniel Tristán López, Manuel María Torres
  • Capitanes ayudantes: Francisco Merino y Nicanor Molinare
  • Tenientes: Santiago Márquez Labra, José Nicanor Mujica, Fidel Leyton, Casimiro Hinostroza, Miguel Luis Semir, Timoteo Cabezas, Darío Botarro, David León
  • Subtenientes: Miguel Luis Márquez, Justo Pastor Garrigó, José Manuel Sepúlveda, Germán Larraín, Manuel Torres, Daniel Salas Errázuriz, Ernesto Salinas, Justiniano Polloni, José Agustín Bravo Encalada.
  • Sargentos: Pedro León Labbé, Luis Cruz, Froilán Rojas, Pedro A. Soto, Eugenio Barra, los hermanos Carrascos, Luis Molina, Félix Montero Arriagada y Benigno Fuentes.

El batallón fue asignado a la segunda Brigada, a cargo de Orizombo Barboza, de la II División de Ejército, que compartió con el Regimiento Lautaro y Regimiento Valdivia 3.

Referencias

  1. Guerra del Pacífico, Wikipedia
  2. El Curicano, p.2, 14 de abril de 1879
  3. Batallón Curicó, Wikipedia
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