Hospital San Juan De Dios de Curicó

(Fuente: Historia de Curicò, Tòmas Guevara)

Una de las primeras medidas tomadas por este funcionario fue la fundación del
hospital, a mediados de 1853, en una casa y sitio donados por don Francisco Javier
Muñoz, en la extremidad suroeste de la población, edificio que ocupa actualmente el
hospicio. Este establecimiento de caridad tuvo al principio modesta o más propiamente
dicho, indigente existencia: sólo había local para doce camas incompletas y desaseadas.
Servian de veladores para los enfermos unas pequeñas tablas incrustadas en la pared. El
servicio médico, la higiene y atención personal estaban en el estado embrionario que es
fácil imaginarse, por la carencia de recursos y el natural atraso del tiempo. En mayo de
este año el Gobierno aprobó un reglamento para el hospital, en que se confiaba la
dirección de el a una junta compuesta de cinco vecinos y cuatro señoras. Esos vecinos
fueron los señores José Timoteo González, Ignacio Ruiz, Manuel García y Rodríguez,
Francisco Donoso y Francisco Javier Muñoz. En sus primeros años de existencia se
sostuvo con las erogaciones del vecindario y algunos auxilios de la municipalidad. El
papel de las señoras que entraban en la dirección del hospital, se reducía a promover
erogaciones y cumplir en lo posible con la abnegada misión de las monjas de caridad,
cuyos relevantes servicios comenzaron más tarde, en 1882, durante la administración
del intendente señor Tristán Matta.

Al mismo tiempo que se echaban los cimientos de una institución tan indispensable
para el bienestar del menesteroso y para la salubridad general, se completaba este
servicio con la creación de una dispensan’a servida por un médico recibido, quien tenía a
su cargo además la asistencia del hospital. Para la compra de medicinas de uno y otro
servicio, el Gobierno acordó la suma de cuatrocientos pesos, con 10 cual se demuestra lo
insuficiente que seria la atención prestada a los enfermos. Pero la muniñcencia y
legados de personas caritativas fueron elevando el hospital a la categoria de un
establecimiento verdaderamente útil para la porción más numerosa y doliente de nuestra
sociedad, para el pobre.

Por fin, en 1864, se edificó el de San Juan de Dios con un legado de la señora Carmen
Albano, la benefactora más distinguida hasta hoy de cuantos han engrandecido su
nombre dando a los pobres lo meramente superfluo. El antiguo hospital quedó
convertido desde entonces en lazareto, para cambiarse posteriormente en asilo de los
desgraciados que carecen de la luz del sol o de la razón.

El establecimiento de un hospital trajo consigo la organización del servicio médico del
pueblo, negocio de vital importancia por los beneficios que debía producir. Todo lo
concerniente a la salud había permanecido desde la colonia en un lamentable estado de
abandono. Los primeros médicos que hubo en Curicó fueron empíricos que no conocían
ni rudimentariamente siquiera los conocimientos de la ciencia médica. No pasaban de
ser herbolarios que estaban iniciados en todas las virtudes medicinales de las plantas
indígenas, y que tenian cierta pericia para curar las dislocaciones, las apostemas,
luxaciones y todas las enfermedades que son una consecuencia de los violentos
ejercicios y trabajos de nuestros campesinos.

JOAQUiN ZELAYA (Primer Mèdico en Curicò)
Siendo todavía estudiante de medicina del ùltimocurso  y discìpulo de Sazie, vino a Curicó a ocupar el cargo en Febrero de 1855:
. . .“Fue el primero que regularizó el servicio médico de acuerdo con los principios técnicos de la medicina y lo elevó a la categoría de un importante ramo del saber humano; de un simple arte rutinario a que lo habían reducido los empiricos que le precedieron”. .
Joaquín Zelaya es así el primer médico egresado de las aulas de la Universidad de Chile que ejerció y ocupó cargos en Cuicò. En esos días como veremos más adelante en detalle. ya funcionaba desde Septiembre de 1853 el primer y modestisimo hospital curicano.
Allí comenzó Zelaya su actuación que habría de prolongarse casi dos años. En Diciembre de 1856 obtuvo su titulo y pos meses después se instalaba en Valparaíso iniciando con este cambio una larga peregrinación por muchas ciudades del país. que terminarìa en La Serena donde falleció en 1900.
Con la ida de Zelaya, Curicó volvió a quedar sin médico.

El caso del Doctor Whipple

 

La escasez de médicos trajo a la ciudad a este practicante  norteamericano que había llegado a Chile en 1856, exhibiendo un título de doctor en medicina de la Universidad de Harvard. Había rendido algunas pruebas en la Universidad de Chile obteniendo su licenciatura en Medicina y con la autorización del Protomedicato fue nombrado para sustituir a Zelaya cuando éste renunció. Ella ocurría en Septiembre de 1857.
En la edición del 31 de Octubre de ese año de “El Curicano”.primer Periódico de la provincia apareció el siguiente aviso:

"Dr. Juan Wipple"
"Médica cirujano y partero en Curicó"
"Anuncia su consulta en la calle del Sauce".

Fue entonces Whipple el iniciador del guía profesional en la ciudad. En un comienzo, parece que el pueblo lo acogió con simpatía; a nuestro entender más que por su saber, que no conocían, por
la angustia de esos meses sin tener a quién recurrir.
Ese año se había establecido otra botica en Curicó, Llamábase "Botica El Sendero". de propiedad do José Miguel Latorre, y al parecer por las crónicas de la época, "despacha con prontitud y esmero"' las recetas que llegaban a su negocio. Pasaba, pues el Sr. Latorre a ser un eficaz colaborador del médico.
La nombradía de que venía precedido éste extranjero debe haberle proporcionado en un comienzo fama de docto y entendida en muchas ramas del saber, pues siendo médico de ciudad y por ende persona muy importante. figura nombrado el 2 de Enero de 1858 en una comisión examinadora de los establecimientos educacionales de Curicò.
Aprovechando este prestigio. Whipple. comenzó a dominar abiertamente en la ciudad y se permitió dictar normas de salubridad y de ética ya que en otro aviso de El Curicano. decía:
. . ."que no atenderá a ninguno de las Sras. embarazadas que llame
 para que la asista a otra señora que no sea la matrona del pueblo
 doña Carmen Oropesa"

 

¿Era ésta una medida de elemental sanidad. o simplemente sus escasas conocimientos le hacían meditar sino sena mejor asesorarse por una experta que lo podría saca de más de dugun apuro? Tenía el ejemplo reciente de “Chano”.
No habría de transcurrir mucho tiempo sin que los vecinos de Curicó comenzaran a entrever las escasisimas aptitudes de su mèdico. Sus numerosos desaciertos, algunas muertes de connotados vecinos y el poco interés que demostraba por sus pacientes, exhibiendo una insolente displicencia en sus atenciones, colmaron la medida de su improbidad y cundió en la ciudad un profundo malestar que trajo por consecuencia una dura campaña de desprestigio
y una reacción unánime para hacerlo abandonar Curicó.
En el editorial de El Curicano del 7 de Octubre de 1858. leemos un extenso artículo intitulado:

“HASTA CUANDO VIVIREMOS SIN MEDICO’, que en sus parrafos principales, dice:


…”‘ He aquí la pregunta que nos hacemos tristemente cada vez i cuando viene una enfermedad a atacarnos. ¿Hasta cuando viviremos sin médico?, o mas bien, ¿hasta cuando moriremos o estaremos viendo morir a tanto pobre sin los socorros del arte?
. . .Poseemos un doctor rentado que pam nada sirve i la renta que se le paga a ese doctor podría emplearse con más provecho.. . . . . .El pueblo entero se perjudica teniendo en su seno un médico que como tal no inspira la menor confianza i que solo sirve de obstáculo para que venga a avecindarse otro mejor. De cuatro años a esta parte no bajan de veinte los viajes que varios doctores de Talca i San Fernando han hecho a Curicó: viajes que calculados como término medio a doce onzas. cuestan al pueblo más de cuatro mil pesos. Esta cantidad ayudada de lo que el fisco da, habría bastado por vía de suscripción, para el mantenimiento de un médico más que regular en los 4 años.
. , .I a fe que hay bastante deficiencia de un hombre establecido i que puede contraerse a sus enfermos, a otro (por apto que sea) cuyas visitas son por el espacio de dos o tres días. siendo además llamado en los Últimos casos i cuando el mal suele ya no tener remedio.
. . .Por otra parte. este capital con que el pueblo compra un beneficio tan corto, sale de él para ir a enriquecer a Otros pueblos. dejando en el nuestro no solamente su falta. sino también la del objeto cuyo medio se había buscado. I se queda sin médico después de desprenderse de sus capitales”. . .

De esta manera la permanencia de Whipple en la ciudad se iba haciendo insostenible hasta que el Gobernador del Departamento pidió al Intendente de Colchagua su destitución. Dicha autoridad obtuvo rápidamente del Presidente de la República el cese de Whipple el 31 de Marzo de 1859 y el nombramiento de un nuevo
médico pura CuricÓ. El decreto es del tenor siguiente:

. . .Al señor Intendente de Colchagua:


El Presidente de la República, vista la nota que precede. decretó:

Sepárase de su destino de médico de ciudad de Curicó u don Juan Whipple y se nombra en su lugar al doctor Domingo Pertusio. Lo que transcribo a V. S. en contestación a su nota NP 59 del 19 del actual. Dios guarde a V.S.- I. Urmeneta.
Dieciocho meses después de su arribo a CuricÓ. Juan Whipple hubo de abandonarlo repudiado por el pueblo. Se estableció en Nancagua y posteriormente llegó a Rengo en 1861.
La forma en que salió Whipple de Curicò no le había creado una buena fama como médico y como persona. A poco de establecerse en Nancagua con el beneplácito del Tribunal del Protomedicato, el médico de ciudad de San Fernando Dr. Germán Schneider conocedor de lo ocurrido en Curicò lo persiguió implacablemente.
Su temple sajón y sus correctos procederes no pudieron conciliar con la presencia de Whipple en un pueblo de su jurisdicción. Lo suspendió del ejercicio de la profesión: al reclamar Whipple, el Tribunal exigió a Schneider le permitiera ejercerla y éste muy molesto contestó desde San Fernando con fecha ll de Diciembre de 1860 una larga y violenta nota exponiendo su3 razones, en la que comenzaba por citar la orden de dicha corporación:
. . .“Al recibir su oficio que dice: el Honorable Tribunal del Protomedicato exige a 1.’ S. que autorice a D. Juan Whipple para que ejerza la medicina en la Subdelegación de Nancagua del Departamento de San Fernando

 

i O. quien yo he prohibido
ejercerla i ordenado en conciencia a los boticarias no despachen sus recetas. por las torpezas i desaciertos cometidos por este individuo en Curicó.
. . .El honorable Tribunal del Promedicato puede legalmente habilitar a Whipple para ejercer la Medicina: habilitarlo en hora buena: suya será la responsabilidad: yo sirvo mi deber“. . . (sic)””.
Es evidente que el Dr. Schneider se impuso en su campaña de no admitirlo dentro del departamento. pues al poco tiempo lo encontramos instalado en Rengo hasta donde parece llegó también la sombra del perseguidor y su tenaz oposición.
Sin embargo. Whipple debe haber tenido “santos en la corte”. ya que en Junio de 1862 era cirujano de la Colonia de Magallanes. trasladándose posteriormente a Illapel como médico de ciudad y del hospital de esa ciudad. donde falleció en Mayo de 1865. Allí terminó sus días después de una larga,  peregrinada y accidentada vida
profesional este médico titulado en Harvard y que ejerció en Curicó.

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